Empiezo yo. Aprovecho que estoy malito en casa.
Explico el proceso que he seguido para las dos fotos que van al final.
Paso nº 1.- Teclear en google “fotografiar alimentos”.
Mogollón de páginas. A partir de la 10 ó 12, los artículos se empiezan a repetir.
Lo que me interesaba sobre todo eran consejos sobre iluminación. Se ven algunos gurús de este tipo de fotografía en estupendos estudio/cocina pero la tónica general es la recomendación del uso de la luz natural.
Por mi cocina (el primer espacio en el que se piensa cuando hay que fotografiar comida) no entra demasiada luz así que, llegado el momento, las fotos se tendrán que hacer en la habitación de la casa mejor iluminada. Es el dormitorio y, para convertirlo en estudio improvisado tendré que retirar la cama.

Paso nº 2.- ¿Qué fotografío?
Me gusta cocinar. No soy un buen cocinero.
Me gusta la fotografía. No soy un buen fotógrafo.
Concentrándome al máximo en una sola de las asignaturas, a lo mejor consigo un aprobado raspado. Presentándome a los dos exámenes el suspenso en ambos está asegurado.
Como la fotografía es obligatoria, me pongo a pensar en lo que, para mí, son los manjares básicos. Lo que me gusta y no requiere elaboración.
Ya sé lo que quiero hacer.
Paso nº 3.- La estética.
Manjares básicos > Escenario básico. Me vienen a la memoria aquellas calcomanías que se pegaban en los azulejos de la cocina (que mayor soy) ¿Os ha pasado alguna vez que algo que no recordáis con exactitud os sirve de guía?
Estética decidida. Muy pocos elementos. Si no combinan bien con un “mantel de cuadros” no sirven.
Paso nº 4.- La sesión fotográfica.
Veo de lo que dispongo en casa y solo echo en falta un recipiente de cristal del que me proveo convenientemente en la tienda de chinos del barrio (0,65 €).
Fuera la cama.

Mesa improvisada. Dos caballetes y ¿una madera? ¿una balda de cristal? Dispongo de las dos cosas así que por si acaso lo monto con la segunda. Esto no lo tenía claro pero al final fue un acierto. El truquillo que permite la balda de cristal igual es lo que más vale de todo este trabajo.

Y llega el momento de usar la luz. La sesión duró aproximadamente 3 horas. La luz natural tiene una cosa buena. No tienes que encenderla con un interruptor ni activarla con disparadores remotos. Y una mala. En 3 horas tuve: sol directo que tuve que tamizar con una tela blanca porque generaba unas sombras muy duras; sol tras nubes blancas que también tuve que suavizar y sol tras nubes oscuras que ofrecían luz muy uniforme. Conclusión: O eliges un día con una previsión de tiempo muy estable o te tienes que ir adaptando a los cambios de iluminación.