Ayer, como hacía bueno y me acababa de llegar el 80-200 2,8 de Nikon había que salir a probar, así que me fui con los enanos a la zona de Barrika. La primera parada en Meñakoz, donde nos hicimos unos amigos equinos muy fotogénicos.

La sensación de nitidez con el 80-200 es brutal y el desenfoque más que suficiente. Además este era un modelo muy apropiado para "ver" la nitidez de la foto, aunque a tamaño del foro no se puede decir gran cosa.

Aquí comprobamos que, efectivamente, la relación era fluida.

El burrito aún pretendía gozar de la cálida lecha materna, pero la madre no parecía estar por la labor.

Aquí probando la resistencia a la luz de frente, la nitidez brutal (me repito, pero no puedo resistirlo), pero sí que es sensible a los flares, mirad en la parte inferior izquierda. Ese puede ser un motivo para hacerme, en un futuro, con un 180 2,8, a pesar de tener la focal repetida. Las distorsiones no las he valorado, pero mirando por el visor parece que sí que son apreciables. Seguramente otro punto para reforzarme con el 180 fijo.

Cambiando de tema y esta vez con el 300 f4,5 AI. No me quejo de la foto para estar tirada a pulso y enfocando a mano. "Abanicos de colores parecen sus pataaaaas"

Y otro tema inevitable en esa playa. También con el 300. La verdad es que ahora, comparándolo con el 80-200 me queda claro que este objetivo va a estar en casa sólo temporalmente. Aún no lo he terminado de limpiar bien, pero creo que sus defectos no se deben a suciedad, sino a que este modelo aún no incluía los cristales ED de baja dispersión. Le veo algo flojo de nitidez y con una aberración cromática apreciable. Además el enfoque más próximo es a unos 4 m, así que para sacar pájaros habría que llevarlo con algún tubo de extensión por si se nos pone alguno lo bastante a tiro. Creo que si no llego a un 300 f 4 AF igual busco un 300 f 4,5 AIS EDIF, o, sea, con vidrio de baja dispersión y enfoque interno, que creo que ya supera muchas de las deficiencias de éste. Tiene que tener mejor nitidez y enfoca bastante más cerca.
Y lo más importante, que pasamos un buen rato y nos dio un poco el sol. La pena que la puesta de sol la tapó totalmente el nubarrón ese que siempre se pone en medio cuando vamos a esas horas a al costa con la cámara.